lunes, 29 de abril de 2013


 

Romancero gitano de Federico García Lorca,

por Eloy Maestre

Uno de los libros que más ha marcado a nuestra generación es el Romancero gitano de Federico García Lorca

El autor

 García Lorca (1898 – 1936) es uno de los grandes dramaturgos españoles y también grandísimo poeta del siglo XX español. Aunque sus obras de teatro se representan continuamente: Yerma, Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba por encima del resto, hoy quiero centrarme en su faceta como poeta, muy notable en su obra moderna Poeta en Nueva York, y en concreto sobre su libro Romancero gitano (1924 – 1927).

En esta obra mostró el autor una absoluta identificación con el pueblo gitano, un pueblo antiguo con lengua y raza propias, que ha mantenido incólumes a lo largo de los siglos por su negativa a mezclarse con los payos. Esta identificación absoluta con el pueblo gitano, que incluía un odio radical hacia la Guardia Civil, unida a su homosexualidad manifiesta, conducirían probablemente a García Lorca a una trágica muerte en 1936, en los inicios de la locura de nuestra Guerra Civil.

Un recuerdo a Don Antonio

Don Antonio Magariños, nuestro querido e insigne catedrático de latín, creador del Estudiantes, jefe de estudios años y años, y figura eminentísima de nuestro Ramiro, nos comentaba admirado alguna vez aquellos versos del Romancero gitano que identificaban a esa raza:

Por el olivar venían

Bronce y sueño, los gitanos

Y repetía arrobado: sólo dos palabras: bronce y sueño.

Quiero recordar aquí dos detalles más que nos hizo ver don Antonio. En nuestro camino a pie diario al Ramiro, junto con mis hermanos, con Francis González García y Moncho Alba, pasábamos por una callecita llamada Pedro de Valdivia, situada entre Francisco Silvela, donde yo vivía, y Velázquez, había una vivienda unifamiliar que ostentaba en la entrada un azulejo con un perro dibujado y la leyenda: Cave canem, que significa: Cuidado con el perro, algo que nadie habría entendido de no saber latín. Nunca habríamos caído en el detalle si don Antonio no nos lo hubiera señalado.

La otra circunstancia en que siempre me acuerdo de él es cuando en mis numerosas visitas al Retiro paso por delante de la Puerta de Alcalá y contemplo su frontispicio donde puede leerse: Rege Carolo III, un ablativo absoluto que significa: Siendo rey Carlos III.

Estilo

La belleza de la poesía del Romancero gitano es enorme, comenzando por la metáfora sencilla pero muy efectiva: “El jinete se acercaba tocando el tambor del llano”, donde los cascos del caballo son los palillos y la inmensidad del llano, el parche del tambor, y siguiendo hasta la más terrible del poema Prendimiento de Antoñito el Camborio: “Están los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo”. ¿De qué modo pueden tiritar unos cuchillos? Evidentemente de frío, porque su destino es entrar en la carne, y así quedarán calientes dentro de un cuerpo y con la sangre que derraman.

El poema de Antoñito el Camborio, dividido en dos partes: prendimiento y muerte, para mi gusto es uno de los más hermosos del libro. En él se habla del prendimiento del protagonista por la Guardia Civil, sin resistencia por su parte. No hay acusación ni delito, eso no importa. Lo relevante es la vergüenza familiar de dejarse prender con mansedumbre, como un cordero, una ofensa que un Camborio no debe consentir arrastrando de ese modo la historia de la familia por los suelos.

El castigo de ese delito es la muerte, una condena ejecutada en la segunda parte del poema por sus primos con sus navajas. La frase lapidaria resume el baldón insufrible del prendimiento: “Ni tú eres hijo de nadie, ni legítimo Camborio.”

Otros poemas

Dentro del mismo Romancero gitano hay otros poemas muy populares en la época como uno de contenido claramente erótico titulado La casada infiel. Su enorme popularidad propició la aparición de poemillas satíricos ripiosos como uno que recuerdo de mi juventud que decía así, respetando los dos primeros versos:

Y que yo me la llevé al río

Creyendo que era mozuela,

Y continuando luego en estilo popular:

Y resultó ser un tío

Que por poco me la cuela.

El romance de la Guardia Civil española, tal vez acabaría dictando la sentencia de muerte del poeta. En él se muestra un supuesto ataque a una ciudad de los gitanos (cuando los gitanos es sabido que nunca han tenido una ciudad) perpetrado por cuarenta guardias civiles que entran a saco por las calles matando y violando.

Atacar siempre a la Guardia Civil por violenta y sanguinaria en otros poemas, tomando partido con los gitanos en todos los casos, tal vez se lo perdonasen los miembros de la Benemérita, pero este ataque directo e indeterminado pudo colmar el vaso de su paciencia en aquellos tiempos locos y salvajes que propiciaron nuestra Guerra Civil.

El romance sonámbulo comienza bellamente:

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

El barco sobre la mar

Y el caballo en la montaña.

En el desenlace del poema repite los dos primeros versos, que suenan como aldabonazos:

Verde que te quiero verde.

Verde viento. Verdes ramas.

 

 

 

 

 

3 comentarios:

  1. Gracias por transmitirnos y explicarnos la sensibilidad poética de García Lorca. Conservo un disco analógico de Gabriela Ortega de la familia de los Ortega de Sevilla (Joselito el torero, Manolo Caracol), heredado de mi hermano Antonio, en el que Gabriela recita cuatro poemas del Romancero Gitano, voy a intentar transformarlo en mp3 y ponerlo a disposición del que esté interesado.
    Cerdán

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  2. La verdad es que toda mi vida he sido "de ciencias" y encima repeliéndome el latín, pero ahora de más mayorcito hasta se sacan buenos momentos con poemas como éstos y las anécdotas que nos cuentas de forma tan entretenida. Será que a estas alturas me estoy pasando "al otro bando" o sencillamente que soy un hedonista en busca de más placeres desconocidos...

    Hablando de placeres, en la poesía erótica que mencionas recuerdo que un día leyendo una reseña de García Lorca (confieso que no he leído el Romancero Gitano, pues a lo mejor está ahí (?)), me llamó poderosamente la atención una descripción preciosa de una bella mujer, asimilando sus pectorales a "blancas palomas que ansiaban salir de su blusa" o algo parecido...

    Enorabuena y gracias por transmitirnos estas sensaciones poéticas, que nos llegan hasta a "los de ciencias"...

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    Respuestas
    1. Creo que está en el "Diván del Tamarit" musicado por el desaparecido Carlos Cano
      Cerdán

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