Atrapados en el hielo, de Caroline
Alexander, por Eloy Maestre
La autora
Caroline Alexander es una
periodista que colabora habitualmente en prestigiosas publicaciones como
National Geographic, The New Yorker, Granta, Condé Nast Traveler, Smithsonian y
Outside.
Atrapados en el hielo
El relato se basa en los
diarios que varios miembros de la tripulación llevaron durante la expedición,
comenzando por los del propio Shackleton, y de Worsley, el capitán del navío
Endurance que les acercó a su objetivo en la Antártica , quedando
finalmente atrapado en el hielo como dice el título y destruido por completo.
El libro se ilustra con
magníficas fotografías en blanco y negro tomadas por Frank Hurley.
Editorial Planeta, primera
edición, noviembre de 1999.
Emoción creciente
Como todos los grandes
relatos, este va ganando en emoción conforme avanza: Comienza con el Endurance
luchando por acercarles a su objetivo, y finalmente atrapado en el hielo y
destruido, sigue con todos los miembros de la expedición embutidos en tres
pequeños barcos auxiliares que lograron arribar a la isla Elefante, donde
estaban a salvo y con comida para mantenerse pero no podían recibir ayuda del
exterior al no contar con ningún medio de comunicación y por tanto condenados a
largo plazo a perecer de frío.
La siguiente etapa lleva a seis de ellos: el
propio Shackleton, Worsley el capitán, los marineros Crean, Vincent y Mc
Carthy, y el carpintero Mc Nish, en el ballenero James Caird, de seis metros de
eslora hasta la isla San Pedro, situada a 1.300 kilómetros ,
donde se encontraba una base ballenera de Noruega y barcos y tripulaciones que
podrían ayudarles para regresar y socorrer al resto de la expedición.
La pequeña expedición logra
llegar a la isla San Pedro tras grandes penalidades en diecisiete días, pero en
lugar diferente a donde se encontraba la base noruega. Allí deciden que no
pueden llegar navegando en el barco hasta la base ballenera y tres de los seis expedicionarios:
Shackleton, Crean y Worsley, los más duros, resistentes y fuertes, emprenden el
camino a pie por una isla desconocida cuyo interior no constaba en los mapas,
hasta la base ballenera de Stromness, que se encontraba a 35 kilómetros en
línea recta, aunque no existía ningún camino recto en aquella isla. Allí llegaron
tras 36 horas caminando sin interrupción, completamente agotados y triunfantes.
En esta última etapa, el relato logra una sobrecogedora emoción por los
peligros a que se enfrentan de continuo y su manera de resolverlos.
Desde allí con ayuda de los
noruegos fletaron un barco que recogió primero a los tres tripulantes de la
propia Isla San Pedro y después al resto de la expedición situada en isla
Elefante, que totalizaban 21 personas más, todos vivos.
Estilo
El estilo de Caroline Alexander
es llano y directo, de experimentada periodista, intercalando citas sacadas de
los diarios.
El viaje en barco de la
isla Elefante a la isla San Pedro cuenta con varios episodios dramáticos, y uno
de ellos dice así:
Ante una ola monstruosa que
amenazaba sepultar su barco, el James Caird, Shackleton grita: “¡Por Dios,
agarraos, se nos viene encima! Tambaleándose bajo la inundación, el barco consiguió
alzarse a medias del agua, hundiéndose bajo el peso muerto y estremecido por el
golpe”, según palabras del mismo.
(pag. 159)
“Sin duda se daban cuenta
de que acababan de hacer un viaje fantástico… De momento no sabían -ni les
habría importado- que el viaje del James Caird fuera, en opinión de futuras
generaciones, uno de los más magníficos llevados a cabo.”
(pag. 163)
De su última etapa a pie, a
través de isla San Pedro, dice:
“Cuando un hombre está tan cansado como
nosotros… - anotó Worsley-, tiene los nervios de punta y cada uno ha de
esforzarse por no irritar a los otros. En esta marcha nos tratábamos con mucha
más consideración de la que hubiéramos tenido en circunstancias normales. Los
viajeros experimentados nunca se apegan tanto a la etiqueta y a los buenos
modales como cuando están en un aprieto.”
(Pags. 171 y 172)
“Una hora después, desde la cima de la última
montaña miraron hacia abajo, hacia bahía Stromness. Vieron un buque ballenero y
luego un velero; vislumbraban diminutas figuras moviéndose en torno a las
cabañas de la estación. Por última vez en ese viaje, se estrecharon las manos.”
(Pag. 173)
Refiriéndose a la
expedición en su conjunto y a su jefe Worsley escribió
“La mística que Shackelton
adquirió como líder puede atribuirse en parte a que hacía aflorar en sus
hombres una fuerza y una resistencia que nunca se imaginaron que poseían, los
ennoblecía.”
(pag. 203):
Anábasis de Jenofonte
Muchos siglos atrás,
concretamente en el V a. C., se escribió una historia semejante de retirada
victoriosa de la mano de un griego llamado Jenofonte que participó en una
expedición como soldado acabando como jefe, y luego la escribió para dejar como
hazaña imperecedera la
Expedición y retirada de los Diez Mil o Anábasis.
Jenofonte partió hacia
Persia con otros diez mil mercenarios griegos a sueldo de Ciro, un estadista
persa que contaba con ellos para desbancar del poder a su hermano, Artajerjes
II. Muerto Ciro en la batalla, victoriosa para su bando, los diez mil griegos
se vieron desamparados a muchos miles de kilómetros de su patria sin un Rey a
quien servir y rodeados de enemigos por todas partes.
Jenofonte, que al inicio de
la expedición no ostentaba cargo alguno en el ejército griego, les convenció de
que podrían volver a su patria si se mantenían unidos después de que sus
generales perecieran en una emboscada. Los soldados respondieron a su discurso
eligiéndole como jefe en asamblea. Así comenzó la epopeya de una retirada a lo
largo de más de seis mil kilómetros andando y guerreando sin cesar, hasta
conseguir que la mayor parte de los expedicionarios regresase a Grecia al cabo
de seis meses.
Final
Los héroes no siempre son
los vencedores, también a veces los derrotados lo son. Ya lo dijo Walt Whitman mejor que yo:
“Mis marchas no suenan solo
para los victoriosos
Sino para los derrotados y
los muertos también.
Todos dicen: es glorioso
ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan
glorioso perderla.
¡Hurra por los generales
que perdieron el combate y por todos los héroes vencidos!
Los
infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la
historia.”
Los que somos seguidores del Estudiantes y del Atleti, comprendemos plenamente los versos de Walt Whitman.
ResponderEliminarA los seguidores del POTENTE VECINO, no les gusta el baloncesto ni el fútbol, les gusta sólo la victoria.
Cerdán